Podríamos decir que existe una estrecha relación entre las preocupaciones excesivas y la ansiedad, incluso podríamos aseverar que estas mismas podrían deteriorar notoriamente tu salud mental y física si no conseguimos gestionarlas.
Pero primero y siendo justos con el concepto o etiqueta de ¨excesiva/o¨ debemos conceptualizar lo que es o qué ocurre ante la llamada ¨preocupación excesiva¨.
¿Qué es una preocupación excesiva?
Se trata de un tipo de pensamiento que presenta constancia, frecuencia, intensidad en el malestar y es invasivo, que despierta en nosotros la posibilidad (aunque sea muy remota) de sufrir bien nosotros o alguna persona de nuestro aprecio y que consideramos importante, algún tipo de daño, peligro o amenaza, también están vinculadas con la ocurrencia de algún posible evento o suceso de índole negativo. Este tipo de pensamientos que se presentan en forma de imágenes (como si fuera una película) o verbalizaciones internas, despiertan una fuerte ansiedad y malestar. Los temas en los que se basan las preocupaciones excesivas suelen ser muy variados (hijos, trabajo, salud, futuro, pareja, finanzas, etc..). Si bien es cierto que la gran mayoría de las personas se preocupan, es importante distinguir la preocupación normal de la excesiva, dado que la segunda parece no tener fin ni explicación o situación que pueda tranquilizar o saciarla.
Síntomas de la preocupación excesiva
- Sensación permanente de amenaza
- Sentimiento de apatía y tristeza, desazón
- Problemas de memoria, atención, concentración general
- Presencia de frecuentes cefaleas tensionales, dolores musculares en el cuerpo
- Disminución del deseo sexual
- Dificultades para adquirir el sueño o presencia de sueño interrumpido
- Incapacidad o fuerte dificultad para inhibir el pensamiento preocupante
Si presentamos los síntomas antes señalados y sospechamos que presentamos una preocupación excesiva, es importante que reflexionemos sobre cómo y cuánto estas preocupaciones están interfiriendo en nuestro funcionamiento diario normal, cuánto tiempo dedicamos a ello y si en definitiva afecta a nuestra vida laboral, personal, familiar, si notas que se hace incesante la búsqueda de comprobación a todas las cuestiones que se presentan tu mi mente y que ninguna respuesta es suficiente, qué utilidad tiene este tipo de pensamientos, y si verdaderamente este tipo cognitivo te lleva a conclusiones y consecuciones de objetivos concretos, piensa, crees que eres una persona que se exige demasiado o las personas te lo repiten con frecuencia?
Lo importante es que todo lo mencionado puede ser tratado en terapia, en Mejor Sin Ansiedad somos especialistas en el área, podemos ayudarte a gestionar mejor tus estados emocionales y a convertir las preocupaciones patológicas en normales, porque preocuparse no es malo, pero hacerlo de forma excesiva no es saludable, es probable que esto no lo sepas, pero una de las señales que no debes ignorar es el malestar que esto te produce. Además, si nuestro cuerpo se encuentra en respuesta ante pseudo amenazas (producidas por nuestros estados mentales y no por la realidad objetiva), podría verse afectado o amenazado realmente, debemos tener presente que, ante estados sostenidos de estrés, el organismo segrega mucho cortisol, poniendo en amenaza nuestro sistema inmune, que nos protege ante enfermedades.
¿Qué trabajamos en terapia para el exceso de preocupación?
- Se trabaja la organización del tiempo, se realizan horarios realistas que puedan funcionar ante la autoexigencia y excesiva auto demanda
- Se trabaja la regulación emocional
- Se restructuran los pensamientos y entrena al paciente para pensar de una forma más adaptativa, contemplando pensamientos alternativos
- Se entrena la relajación tanto muscular como en respiración
- Se ayuda al paciente a vivir más en el presente
- Se trabaja la autoestima y autoconfianza hacia sí mismo, los demás y el futuro
- Se mejora la tolerancia a la frustración e intolerancia a la incertidumbre
- Se ayuda a inhibir los pensamientos anticipatorios
El tratamiento para las preocupaciones excesivas te ayudaran a alcanzar una mejor calidad de vida, a reducir la ansiedad, incluso el bajo estado de ánimo o depresión consecuente al que nos lleva este estilo de pensamiento o cognitivo.