¿Mi personalidad tiene relación con mis niveles de ansiedad?
¿Qué es la personalidad?
Lo primero que debemos conocer es que la personalidad es un conjunto de rasgos y cualidades que configuran y definen la conducta y forma de ser de una persona ante determinadas situaciones, al mismo tiempo que diferencia a un individuo de otro. Se ha intentado relacionar este constructo “personalidad” con la ansiedad.
Por otra parte, diversos autores han desarrollado modelos explicativos sobre la ansiedad-personalidad. Por ejemplo, Spielberger (1975), desarrolla la Teoría Ansiedad Estado-Rasgo, en la que distingue de manera conceptual y operativa cada uno de estos dos conceptos. La ansiedad-estado, según este autor, se entendería como un «estado emocional» inmediato, modificable en el tiempo, caracterizado por una combinación única de sentimientos de tensión, aprensión y nerviosismo, pensamientos molestos y preocupaciones, junto a cambios fisiológicos.
Por su parte, la ansiedad-rasgo hace referencia a las diferencias individuales de ansiedad relativamente estables, siendo éstas una disposición, tendencia o rasgo, incluso se habla de su heredabilidad. Contrariamente a la ansiedad estado, la ansiedad-rasgo no se manifiesta directamente en la conducta y debe ser inferida por la frecuencia con la que un individuo experimenta aumentos en su estado de ansiedad, un individuo con alta ansiedad-rasgo tenderá a ver el mundo como un lugar peligroso, a tener un estilo de pensamiento más negativo, hacer interpretaciones catastrofistas y a verse desbordados con la ansiedad que generan estos estilos cognitivos.
La Ansiedad y la Personalidad
La Ansiedad en estas dos modalidades (como Estado o como Rasgo) pueden ser medidas en consulta por medio de cuestionarios específicos.
Por tanto, si una persona puntúa alto en Ansiedad Rasgo, probablemente se caracterizará por ser una persona normalmente más nerviosa que el resto, independientemente del entorno o experiencia vital en la que se encuentre. Tenderá a percibir las situaciones más amenazantes con elevaciones en la intensidad de la Ansiedad-Estado, al mismo tiempo.
Los sujetos con baja o medias puntuaciones en la dimensión Ansiedad-Rasgo, tenderán a puntuar más alto en la dimensión Ansiedad-Estado, viviendo los episodios de ansiedad como estados más transitorios, caracterizados por sentimientos de tensión y aprehensión subjetiva conscientemente percibida, además del aumento en la actividad del sistema nervioso autónomo. Lo que nos indica entonces que podemos encontrar personas que se muestran de forma más frecuente y sostenida ansiosas y eso se debe a sus características más estables de personalidad.
La ansiedad puede ser vencida
Es importante tener en cuenta que aunque tengamos una personalidad con más tendencia a la preocupación, a interpretar el mundo y las situaciones de forma más catastrofista, negativas o peligrosas, podemos aprender y entrenar en terapia estilos de pensamiento más adaptativos, medidas de afrontamiento más eficientes, a regular nuestros estados emocionales (como la ansiedad) y a vivir de una forma más placentera.
«No siempre puedes controlar lo que ocurre en el exterior. Pero siempre puedes controlar lo que ocurre en tu interior» – Wayne Dyer
Por otro lado, existen características de personalidad que pueden ayudarnos a contrarrestar estos rasgos de personalidad ansiógenos como:
- Resiliencia – tu capacidad para resistir la adversidad y recuperarte y crecer a pesar de los reveses de la vida
- Extroversión – las personas con un alto grado de extroversión tienden a buscar la estimulación social y las oportunidades de relacionarse con los demás
- Decisión – aprende a tomar decisiones más fácilmente
- Independencia – aprende a ser más independiente
- Seguridad – construye tu confianza en ti mismo
- Tolerancia a la frustración – aprende a ser más tolerante
- Positivismo – aprender a prestar atención a nuestros pensamientos y creencias racionales
- Adaptabilidad – aprender a adaptarse puede ayudarte a afrontar los cambios que están fuera de tu control
- Flexibilidad – encontrar un equilibrio entre estructura y espontaneidad
- entre otros.
Todas las anteriores mencionadas también se pueden entrenar o fortalecer en terapia. En Mejor sin ansiedad somos especialistas en el área y podemos ayudarte en ello.
Otros factores influyentes en la ansiedad
Por otro lado, no debemos olvidar otros factores influyentes en la ansiedad que no estar relacionados propiamente con la personalidad, como pueden ser:
- La etapa del ciclo vital en la que nos encontremos: los adolescentes suelen padecerla ya que suele ser una etapa crítica identitaria y emocional, en la que se empiezan a tener responsabilidades, en ocasiones pocos o deficientes recursos de afrontamiento. En el caso de las etapas más adultas, nos encontramos con los cambios vitales, problemas económicos, toma de decisiones importantes y responsabilidades como comprar una casa, casarse, tener familia, etc. En la tercera edad, nos encontramos también con las dificultades de responder a las enfermedades, dificultades en el autocuidado, aceptación de nuevos roles (bien sea de índole social como ser abuelos o ya más de índole laboral como la jubilación), entre muchos otros.
- Situaciones vitales inesperadas, colectivas y objetivamente estresantes: por ejemplo, en este caso podríamos mencionar los recientes períodos de confinamiento, incertidumbre y estrés colectivo producidos por la pandemia (COVID), también podríamos mencionar situaciones de guerra o conflictos sociales que producen malestar y perjuicios incuantificables.
- Experiencias traumáticas: cabe destacar que este tipo de experiencias pueden llevar al sujeto a padecer no sólo de estrés sostenido y ansiedad, sino también a generar heridas emocionales muy profundas que se convierten incluso en trastorno, como es el caso del Trastorno de estrés Post Trauma (TEPT), que es uno de los trastornos del grupo de Ansiedad. Incluso podemos llegar a no padecer el TEPT pero sí a generar un Trastorno Adaptativo que se compone de síntomas de fuerte ansiedad y bajo estado de ánimo. Puede ser por la muerte de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad, la pérdida del trabajo o un cambio de país (entre otras situaciones).
- Padecer alguna enfermedad mental: dado que dificulta el procesamiento, en sí misma produce malestar y dificulta la puesta en marcha de mecanismos de afrontamiento.
- El género: las mujeres estadísticamente padecen 2 ó 3 veces más ansiedad que los hombres, esto es debido a los embarazos, desregularizaciones o cambios hormonales y la mayor prevalencia en trastornos del estado del ánimo como son:
- Los Trastornos de Ansiedad Generalizada (TAG) La tasa de prevalencia es del 4% de los hombres, frente al 7% en mujeres
- Trastornos de pánico o Angustia, las Fobias Específicas (como a la sangre, jeringuillas, animales, ascensores, aviones) tienen una prevalencia del 5% en hombres y del 11% en mujeres
- Trastorno de Estrés Post Trauma. La tasa de prevalencia es del 10% en mujeres, frente a un 5% de hombres.
En Mejor sin Ansiedad no sólo podemos hacer un estudio de personalidad que te ayude a conocerte y entender mejor tu conducta, forma de pensar y emociones, sino también atendemos las necesidades de cada individuo, confeccionamos un plan de tratamiento a medida y te ayudamos a mejorar tu calidad de vida.
¿Cómo hablar con un psicólogo por primera vez?
Si te has preguntado cómo hablar con un terapeuta por primera vez, no estás solo. A muchas personas les cuesta dar el primer paso de ponerse en contacto con un terapeuta por primera vez debido al miedo o la ansiedad. Esto es comprensible, ya que enfrentarse a tus miedos y empezar algo nuevo y desconocido puede resultar abrumador.
Cuando por fin has tomado la decisión de buscar ayuda para tus preguntas y preocupaciones sobre salud mental, y buscas un terapeuta cualificado, el paso inicial es ponerte en contacto con ellos.
Entendemos que llegar a este punto de pedir ayuda puede parecer realmente desalentador, y tratar de pensar en lo que le dirías a un nuevo terapeuta puede ser intimidante y confuso. Tenemos algunas ideas y consejos que pueden ayudarte a iniciar el proceso.
Cómo hablar con un terapeuta por primera vez online
Por suerte, en el mundo actual, contactar con un terapeuta es más fácil que nunca. Con la llegada del asesoramiento y la terapia online, ponerse en contacto con un terapeuta por primera vez es sencillo desde cualquier parte del mundo, siempre que tengas conexión a Internet. En Mejor sin Ansiedad trabajamos con nuestros pacientes solo online.
Hoy en día, muchos terapeutas prefieren que se les contacte primero por Internet y no por teléfono. Muchas personas encuentran que ésta es una forma más eficaz de comunicar sus pensamientos que por teléfono. El terapeuta también necesita esta información para determinar cómo y si puede ayudarte.
Iniciar la conversación con tu terapeuta
Antes de empezar reserva un tiempo para ti antes de la sesión
Es una buena idea programar un tiempo para ti mismo antes del comienzo de la sesión, especialmente si estás nervioso por la cita. Apaga el teléfono móvil y deja a un lado el trabajo para permitirte simplemente sentarte con tus sentimientos.
Prepararte para abrirte emocionalmente puede provocar estrés, haciendo que tu corazón lata más rápido. Esto obliga a tu cuerpo a liberar una hormona llamada cortisol, que puede provocar una respuesta de huida. Es perfectamente natural, pero puede ser contraproducente, así que invierte tiempo en centrarte en ti mismo, respirar y mantenerte hidratado.
Si ya estás nervioso por la cita, no necesitas el estrés añadido de «llegar» tarde a tu cita online.
¿Cómo hablo con mi terapeuta?
Al principio de la terapia puede que no sepas cómo iniciar una conversación con tu terapeuta. Iniciar la conversación es difícil, pero es importante para el proceso de creación de un vínculo con tu terapeuta. Para iniciar una conversación, puedes hablar de tus actividades diarias o de un día concreto que hayas tenido. Comparte algo sobre tu vida para establecer una conexión. Puedes compartir cualquier cosa que te preocupe en ese momento, aunque no tenga relación o parezca insignificante. La comunicación con tu terapeuta se hace más fácil con el tiempo, una vez que lo conoces mejor y se establece la conexión, así que no te preocupes.
Lo más probable es que tu terapeuta te haga varias preguntas para empezar a hablar. No obstante, habrá momentos durante el inicio de la terapia en los que tendrás que iniciar la conversación.
Habla de un día de tu vida
¿Qué haces cuando te levantas por la mañana? ¿En qué piensas? ¿Cómo te hace sentir el ir al trabajo? ¿Y antes de irte a dormir? ¿Cuáles son tus rutinas?
Plantearte estas preguntas debería servir para tomar impulso. También puede poner de manifiesto problemas de salud mental o, simplemente, preocupaciones que podrían haber quedado en segundo plano. Hablar de los hábitos diarios dará a tu terapeuta una idea de cómo estás cuidando tu salud mental. Entonces podrá sugerirte adiciones, modificaciones o alternativas.
Completa estas frases
«Hoy me siento…»
«Realmente necesito hablar de…»
«Algo que no mucha gente sabe de mí es…»
Aunque no apunten a tu problema más urgente, estas indicaciones son siempre una forma estupenda de establecer un vínculo con tu terapeuta y expresar tus sentimientos. Cuanto mejor sea el vínculo terapéutico, más progresos podréis hacer.
Di lo primero que tienes en mente
La terapia es uno de esos maravillosos y raros lugares en los que puedes dejarte llevar por completo e ignorar las normas sociales normales. Si te cuesta pensar activamente en algo que decir, anota el primer pensamiento que tengas. No es necesario que sea bonito, gramaticalmente correcto o estructurado. Incluso si el pensamiento es sobre cómo no se te ocurre nada que decir o te sientes atascado, no pasa nada.
A diferencia de un entorno social estándar, no habrá consecuencias negativas por ello. Los terapeutas no te juzgarán. Si se inicia el diálogo, vale la pena ponerlo por escrito y documentarlo.
Puedes utilizar estos consejos cada vez que tengas problemas para iniciar una charla con tu terapeuta, no sólo durante la primera conversación.
Si tu terapeuta te molesta
Si tu terapeuta dice algo que te duele o te ofende, no dudes en compartir estos sentimientos con él o ella. Ser abierto y honesto acabará por mejorar la terapia. La conversación «estoy enfadado contigo» es incómoda, pero merece la pena tenerla.
Es normal que a veces te sientas herido durante la terapia. Esto puede significar que estás removiendo los asuntos dolorosos y difíciles que te impiden vivir tu mejor vida. Se supone que los terapeutas deben desafiarte de vez en cuando y empujarte a convertirte en una mejor versión de ti mismo.
Pedir cambios
A veces las estrategias que intenta tu terapeuta no funcionarán tan bien como os gustaría a ambos. Si de vez en cuando no te sientes satisfecho con la terapia, no pasa nada. Comunica estas preocupaciones a tu terapeuta. Él o ella ajustará el tratamiento para satisfacer tus necesidades.
Ten expectativas realistas
La terapia es estupenda y puede ser muy beneficiosa, pero no es una cura mágica. Si entras en tu primera sesión de terapia y esperas salir completamente curado, te decepcionarás. Asegúrate de que tus objetivos son manejables y de que entiendes que la terapia es un proceso que requiere mucho trabajo.
Puede que tardes unas semanas o incluso unos años en alcanzar tu objetivo, y puede que el primer terapeuta con el que te reúnas no sea con el que termines tu viaje.
Los terapeutas son humanos, por lo que esperar que tengan todas las respuestas a tus preguntas es una buena forma de prepararte para la decepción. La terapia requerirá un trabajo tanto tuyo como de tu terapeuta, y no será tan sencillo y condensado como las sesiones de terapia que ves en los programas de televisión o en las películas.
Date crédito a ti mismo
No es fácil buscar ayuda para tu salud mental. Durante mucho tiempo, el estigma de las enfermedades mentales impidió que la gente buscara ayuda, pero hoy sabemos mucho más sobre cómo la salud mental afecta a otros aspectos de nuestra vida. Aun así, muchas personas no son capaces de dar el paso de acudir a un profesional, así que si has llegado hasta aquí, definitivamente merece la pena celebrarlo.
La salud mental es tan importante como la salud física, así que acudir a un terapeuta para mantener una buena salud mental no debería ser muy diferente de hacer ejercicio para mantener una buena salud física.
Comunicarse bien en terapia te ayudará en todos los aspectos de la vida
Permitirte sentir lo que sea que sientas y compartir tu experiencia con tu terapeuta puede ser muy fortalecedor para tu viaje.
A diferencia de un entorno social estándar, no habrá consecuencias negativas por ello. Los terapeutas no te juzgarán. Si se inicia el diálogo, vale la pena ponerlo por escrito y documentarlo.
Aprender a comunicar eficazmente tus pensamientos y sentimientos en la terapia se convertirá, en última instancia, en una habilidad que podrás utilizar en la vida cotidiana.
Piensa en la terapia como un campo de entrenamiento para las conversaciones incómodas o difíciles que inevitablemente tendrás que tener con amigos, familiares, parejas sentimentales y compañeros de trabajo. Si aprovechas al máximo tu entrenamiento, el trato real será mucho más fácil.
¿Cuál es la mejor Terapia Para la Ansiedad?
La ansiedad es una emoción que está vinculada con cualquier situación vital. Cuando esta misma se desborda y llega a ser desproporcionada no sólo se manifiesta de forma física en nuestro organismo sino también a nivel emocional, provocando grandes desequilibrios. Es aquí cuando esta emoción que en principio no es mala sino displacentera deja de ser funcional para convertirse en un problema e incluso en patología cuando adquiere la dimensión de trastorno.
Pedimos ayuda para la ansiedad
Cuando padecemos de ansiedad, llegamos a vernos desesperados y acudimos bien a servicios de la sanidad pública o privadas como: médicos, psiquiatras. Entonces llegamos a sorprendernos como pacientes cuando estos facultativos nos derivan a psicología.
En principio no lo entendemos dado que las manifestaciones o malestares detectados como pacientes son de índole físico (dolores en el pecho, dificultad para respirar, entumecimiento de manos, pies o cuerpo en general, etc), no llegando a comprender ni mucho menos saber que la ansiedad tiene un estrecho vínculo con nuestros pensamientos y la interpretación que hagamos de los fenómenos, estímulos y situaciones vitales a las que nos enfrentamos.
En principio deseamos ponerle fin a la problemática/malestar de forma inmediata por medio de la farmacología. Si bien es cierto que esta medida de afrontamiento o búsqueda de solución ante el problema lo aplaca, pero sólo de forma momentánea, comportándose como un ¨parche¨.
Imaginemos por un momento la siguiente analogía: si tenemos un tumor en el cerebro es probable que nos produzcan (entre otros síntomas) dolores de cabeza y que intentemos eliminarlos por medio de analgésicos, disminuyendo o desapareciendo de forma temporal la sintomatología física, pero nunca el tumor.
Es importante que sepamos y tengamos en cuenta que la ansiedad nunca es una causa sino una consecuencia, por tanto debemos entender y atender todo aquello que la produce.
El papel de la terapia para la ansiedad
Llegados a este punto y cuando nos vemos en la imperante necesidad de buscar ayuda para resolver este frecuente problema, lo primero que nos preguntamos es: ¿cuál es la mejor forma de resolverlo?
La respuesta es: mediante terapia psicológica. Aunque es importante decir que según los casos, será conveniente compaginar farmacología con terapia psicológica, debemos tener presente que algunos fármacos producen o pueden producir efectos secundarios y dependencia en el paciente.
Terapia Cognitivo Conductual para la Ansiedad
Por otra parte, considerando la evidencia empírica de los últimos años, la terapia psicológica y concretamente la Terapia Cognitivo Conductual ha demostrado ser la alternativa más eficaz y económica para el tratamiento de la ansiedad.
Cómo funciona la Terapia Cognitivo Conductual
La Terapia Cognitivo Conductual se basa en el concepto de que tus pensamientos, sentimientos, sensaciones físicas y acciones están interconectados, y que los pensamientos y sentimientos negativos pueden atraparte en un círculo vicioso.
La Terapia Cognitivo Conductual pretende ayudarte a afrontar los problemas abrumadores de una forma más positiva, descomponiéndose en partes más pequeñas.
Se te muestra cómo cambiar estos patrones negativos para mejorar tu forma de sentir.
A diferencia de otros tratamientos hablados, la Terapia Cognitivo Conductual se ocupa de tus problemas actuales, en lugar de centrarse en los problemas del pasado.
Busca formas prácticas de mejorar tu estado de ánimo a diario.
Además de reducir los síntomas de ansiedad y mantener estos cambios terapéuticos a largo plazo, el tratamiento psicológico proporciona otros beneficios en comparación con el tratamiento farmacológico, tales como:
- una mayor adherencia al tratamiento
- una disminución significativa del riesgo de recaídas
- una elevada tasa de recuperación (es decir, a diferencia de los fármacos, no deja ninguna «patología residual»)
- evitando la cronificación del trastorno
- disminuyendo, consiguientemente, el número de visitas al médico y los días de hospitalización.
De hecho, las principales guías de práctica clínica basadas en la evidencia científica, tanto internacionales como nacionales (como la del National Institute for Health and Clinical Excellence –NICE-), recomiendan la terapia cognitivo conductual como el tratamiento de primera elección para
- el trastorno depresivo leve y moderado
- el trastorno de angustia
- el trastorno obsesivo-compulsivo
- el trastorno de ansiedad generalizada y las fobias específicas.
Qué ocurre durante las sesiones de Terapia Cognitivo Conductual
Si se recomienda terapia cognitiva, normalmente tendrás una sesión con un terapeuta una vez a la semana o una vez cada dos semanas. El tratamiento suele durar entre 5 y 20 sesiones, con una duración de 60 minutos cada una. Durante las sesiones, trabajarás con tu terapeuta para desglosar tus problemas en sus distintas partes, como tus pensamientos, sentimientos físicos y acciones.
Tú y tu terapeuta analizaréis estas áreas para averiguar si son poco realistas o inútiles, y para determinar el efecto que tienen en cada una de ellas y en ti. Tu terapeuta podrá entonces ayudarte a determinar cómo cambiar los pensamientos y comportamientos inútiles.
Después de averiguar lo que puedes cambiar, tu terapeuta te pedirá que practiques esos cambios en tu vida diaria y hablaréis de cómo te ha ido en la siguiente sesión.
El objetivo final de la terapia es enseñarte a aplicar en tu vida diaria las habilidades que has aprendido durante el tratamiento. Esto debería ayudarte a controlar tus problemas y a evitar que tengan un impacto negativo en tu vida, incluso después de que termine el tratamiento.
La Terapia Cognitivo Conductual en MEJOR SIN ANSIEDAD
Por esta razón en ¨Mejor sin Ansiedad¨ atendemos esta y otras problemáticas haciendo uso de esta corriente psicológica, todo ello sin olvidar la comprensión del problema desde una perspectiva individual, haciendo un buen análisis funcional del caso, estableciendo unos objetivos individuales por parte del paciente y otros consensuados y propuestos por parte del terapeuta.
Lo importante en cualquier caso no sólo es reducir el malestar sino comprender todo lo que supone la etiología del problema, conocer los detonantes y mantenedores del mismo.
¿Por qué las personas sufren de ansiedad?
La ansiedad es una sensación de malestar, como la preocupación o el miedo, que puede ser leve o grave.
Todo el mundo tiene sentimientos de ansiedad en algún momento de su vida. Por ejemplo, puedes sentirte preocupado y ansioso por hacer un examen, o por tener una prueba médica o una entrevista de trabajo. En momentos así, sentirse ansioso puede ser perfectamente normal.
Pero a algunas personas les resulta difícil controlar sus preocupaciones. Sus sentimientos de ansiedad son más constantes y a menudo pueden afectar a su vida cotidiana. Afecta más a las mujeres que a los hombres y es más frecuente en personas de 35 a 55 años.
La experiencia de ansiedad de cada persona es diferente, por lo que es difícil saber exactamente qué causa los problemas de ansiedad. Probablemente hay muchos factores implicados. Algunas personas con ansiedad pueden parecer que están bien por fuera, pero siguen teniendo algunos de los síntomas mencionados anteriormente. Puede que hayas desarrollado formas de ocultar tu ansiedad para que los demás no la noten.
¿Los problemas de ansiedad pueden heredarse genéticamente?
Las investigaciones demuestran que tener un pariente cercano con problemas de ansiedad puede aumentar las posibilidades de que tú mismo tengas problemas de ansiedad. Esto se denomina a veces «sensibilidad a la ansiedad».
Por el momento no hay suficientes pruebas para demostrar si esto se debe a que compartimos algunos genes que nos hacen más vulnerables a desarrollar ansiedad, o a que aprendemos determinadas formas de pensar y comportarnos de nuestros padres y otros familiares a medida que crecemos.
Experiencias pasadas o de la infancia
Las experiencias difíciles en la infancia, la adolescencia o la edad adulta son un desencadenante habitual de los problemas de ansiedad. Es probable que pasar por estrés y traumas cuando eres muy joven tenga un impacto especialmente grande. Las experiencias que pueden desencadenar problemas de ansiedad incluyen cosas como:
- abuso físico o emocional
- abandono
- perder a uno de los padres
- ser acosado o excluido socialmente
- experimentar el racismo
Tener padres que no te tratan con cariño o que son sobreprotectores también puede ser un factor.
Tu situación actual de vida
Los problemas actuales de tu vida también pueden desencadenar la ansiedad. Por ejemplo:
- agotamiento o acumulación de estrés
- muchos cambios o incertidumbre
- sentirse presionado en los estudios o en el trabajo
- largas jornadas de trabajo
- estar sin trabajo
- problemas de dinero
- problemas de vivienda y falta de hogar
- preocupación por el medio ambiente o las catástrofes naturales (a veces llamada ansiedad climática o eco-ansiedad)
- perder a alguien cercano (a veces llamado duelo)
- sentirse solo o aislado
- ser maltratado, intimidado o acosado, incluso sufrir racismo.
Los grandes cambios en tu vida cotidiana pueden ser un desencadenante particular de la ansiedad. Así, quizás hayas experimentado problemas de ansiedad durante la pandemia de coronavirus.
Problemas de salud física o mental
Otros problemas de salud pueden a veces causar ansiedad, o pueden empeorarla. Por ejemplo:
- Problemas de salud física: vivir con una enfermedad física grave, continua o que ponga en peligro la vida, a veces puede desencadenar la ansiedad.
- Otros problemas de salud mental: también es frecuente desarrollar ansiedad mientras se vive con otros problemas de salud mental, como la depresión.
Fármacos y medicación
La ansiedad puede ser a veces un efecto secundario de la toma de:
- algunos medicamentos psiquiátricos
- algunos medicamentos para problemas de salud física
Otros problemas de salud mental
Mientras que algunas personas pueden experimentar una condición de ansiedad por sí misma, otras pueden experimentar múltiples condiciones de ansiedad, u otras condiciones de salud mental. La depresión y la ansiedad suelen ir juntas. Es importante comprobar y obtener ayuda para todos estos trastornos al mismo tiempo.
Abuso de sustancias
Algunas personas que sufren ansiedad pueden consumir alcohol u otras drogas para ayudarles a controlar su estado. En algunos casos, esto puede llevar a las personas a desarrollar un problema de consumo de sustancias junto con su estado de ansiedad. El consumo de alcohol y sustancias puede agravar los estados de ansiedad, sobre todo cuando los efectos de la sustancia desaparecen. Es importante comprobar y obtener ayuda para cualquier problema de consumo de sustancias al mismo tiempo.
Cuándo buscar ayuda para la ansiedad
Aunque los sentimientos de ansiedad en determinados momentos son completamente normales, acude a un terapeuta si la ansiedad afecta a tu vida diaria o te causa angustia.
Independientemente del tipo de trastorno de ansiedad que padezcas, la ansiedad puede encerrarte en un mundo de miedo irracional, vacío de esperanza y lleno de una sensación de fatalidad inminente. Aunque todo el mundo experimenta estrés y ansiedad en algún grado, es hora de buscar ayuda profesional cuando tu ansiedad:
- Interfiere en las relaciones personales o profesionales
- Crea problemas de sueño persistentes
- Afecta a tu capacidad de concentración
- Te impide hacer las cosas que te gustan
- Fomenta un sentimiento de autodesprecio o de inutilidad
- Te aísla de los demás
- Te hace tener pensamientos suicidas
Además de estos problemas emocionales y mentales, los trastornos de ansiedad pueden causar problemas de salud física, como problemas digestivos, dolores de cabeza o dolor crónico. Si has notado que tu ansiedad causa estragos en tu salud física, es aún más importante que busques ayuda.
La conclusión es que si te sientes atrapado por tu trastorno de ansiedad y te encuentras en un estado de miedo o preocupación excesivos la mayoría de las veces, está justificada la ayuda profesional. El terapeuta te preguntará sobre tus síntomas y tus preocupaciones, miedos y emociones para averiguar si puedes tener Ansiedad o Depresión.
También hay muchas cosas que puedes hacer tú mismo para ayudar a reducir tu ansiedad, como por ejemplo:
- seguir un curso de autoayuda (podemos ayudarte a encontrar el curso adecuado para ti)
- hacer ejercicio regularmente
- dejar de fumar / beber
- cuidar tu salud física
Podemos ayudarte
¿Cómo es la vida de una persona depresiva?
La experiencia de la depresión no es uniforme. No hay dos trayectos iguales, pero los síntomas se pueden gestionar sea cual sea el aspecto que tenga para ti. Sentirse triste o desamparado, llevar un peso sobre los hombros, estar amargado o irritable, ponerse unas gafas muy grises… Éstas son solo alguna de las formas en que alguien podría describir lo que se siente al vivir con depresión.
En realidad, la depresión es diferente para cada persona. Hay una serie de experiencias posibles que puedes tener si vives con depresión: la tristeza no es el único síntoma.
No importa cómo te sientas ahora, es válido y real. Y no tiene por qué ser permanente. Hay apoyo disponible para ayudarte a superarlo y la terapia online es un recurso muy ventajoso ya que puede ayudarte en cualquier momento que lo necesites desde cualquier sitio que estés.
¿Todo el mundo experimenta los mismos síntomas de depresión?
No. La depresión es una experiencia muy personal y cada persona puede mostrar sus síntomas de forma diferente.
Por ejemplo, una persona puede estar tumbada en la cama todo el día y no puede reunir la motivación para salir de su casa. Mientras tanto, otra persona debe estar fuera todo el tiempo porque no puede soportar estar a solas con sus pensamientos.
En general, un profesional sanitario puede diagnosticar una depresión si identifica varios síntomas «típicos» que han estado presentes durante al menos dos semanas. Algunos de estos síntomas de la depresión son:
- bajo estado de ánimo
- pérdida de interés por las actividades
- desesperanza
- disminución de la libido
- fatiga
- cambios en el funcionamiento cognitivo
- trastornos del sueño
- comer más o menos
- irritabilidad
- pensamientos de autolesión
¿Cómo se siente la depresión?
Hay muchas formas posibles de experimentar los síntomas de la depresión, dependiendo de tu edad y de tus circunstancias particulares.
Éstas son algunas de las formas en que pueden sentirse los síntomas comunes de la depresión:
La depresión es como llorar todo el día sin motivo
Muchas personas con depresión pueden experimentar una tristeza intensa o arrebatos de llanto. Es posible que te encuentres derramando lágrimas durante los anuncios, las canciones o de repente mientras estás sentado frente a tu ordenador.
La depresión se siente como si no pudieras salir de la cama
No está en tu cabeza: La fatiga es un síntoma común de la depresión. Según algunas investigaciones realizadas, se debe posiblemente a la inflamación y a la reducción del suministro de oxígeno.
Desde fuera, tu baja energía y tu falta de motivación pueden parecerse a la «pereza». Sin embargo, no se trata de una elección personal. Si vives con depresión, pequeñas tareas como clasificar el correo o cepillarse los dientes pueden parecer francamente abrumadoras.
La depresión se siente como si no hubiera nada que esperar
La pérdida de esperanza es un síntoma común de la depresión. Puedes sentir que siempre das un paso adelante y tres atrás. Esto puede llevarte a preguntarte: «¿Para qué intentarlo?»
O tal vez mires tu calendario y no veas nada que esperar. La sensación de desesperanza también puede manifestarse como culpa o vergüenza por algo que has vivido.
La depresión se manifiesta como si todo fuera molesto
La irritabilidad y la ansiedad son habituales en las personas con depresión. Tal vez te enfades con tus seres queridos por cosas que antes no te molestaban.
También puedes encontrarte rumiando las interacciones sociales o temiendo el peor resultado posible en las relaciones, los asuntos laborales o los estudios.
Puede que te sientas abrumado: cosas que antes no te molestaban ahora son un gran problema.
La depresión se siente como si durmieras demasiado…o demasiado poco
Tu sueño suele verse afectado cuando tienes depresión, junto con tu apetito. Puede que te encuentres con ganas de dormir todo el día, aunque hayas descansado toda la noche.
O tal vez te quedes despierto por la noche con pensamientos acelerados, pensando intensamente en el pasado y el futuro. Tu cuerpo está lo suficientemente cansado como para dormir, pero tú no puedes.
La depresión se siente como si ya no supieras quién eres o qué te gusta
Puedes descubrir que ya no te interesan las cosas que antes disfrutabas. La anhedonia – disminución o ausencia de placer en las actividades cotidianas – es uno de los síntomas característicos de la depresión. Esto puede experimentarse de forma diferente de una persona a otra.
Por ejemplo, una abuela puede no sentir la alegría de pasar tiempo con sus nietos jugando delante de ella. Un músico, en cambio, puede no molestarse en coger una guitarra porque ya no siente que le haga feliz rasgar las cuerdas.
No encontrar placer en lo que solía ser agradable puede hacer que te sientas apagado o como si quisieras volver a «tu normalidad».
La depresión se siente como si no se consiguiera hacer nada
Si sientes que tu cerebro está disparando de forma diferente últimamente, no estás imaginando cosas. Hay muchos síntomas cognitivos de la depresión.
La baja energía, la falta de sueño, la dificultad para concentrarse y la baja motivación pueden provocar dificultades para realizar las tareas del día, como ir al gimnasio, hacer la compra o incluso hacer las cuentas.
La depresión se siente como un dolor de cuerpo
La investigación ha demostrado que síntomas físicos como el dolor están relacionados con la depresión, posiblemente debido a un desequilibrio de los mensajeros químicos (neurotransmisores) en el cerebro. Los neurotransmisores que intervienen en la percepción del dolor, como la serotonina y la norepinefrina, son los mismos que intervienen en la regulación del estado de ánimo.
Con la depresión, el umbral del dolor disminuye, por lo que puedes experimentar dolor en las articulaciones y los músculos. Puedes experimentar dolores de cabeza más frecuentes, dolor articular, dolor muscular o fibromialgia.
La depresión se siente como una idea de autolesión
La ideación suicida existe en un espectro, desde los pensamientos de suicidio hasta los intentos de suicidio. Puede ser sólo un pensamiento, como desear no despertarte mañana o sentirte tranquilo con la idea de tener un accidente de coche mortal. También puede ser más activo, como idear un plan o fijar una fecha para hacerte daño.
Sea lo que sea lo que sientas, puedes superarlo. Es la depresión la que habla. Hay recursos disponibles para hacer frente a este dolor.
¿Existe una diferencia entre la depresión no tratada y la tratada?
Sí, hay una diferencia entre los síntomas de la depresión no tratada y la tratada. Es posible que los síntomas y los efectos secundarios sean más graves si vives con una depresión no tratada durante un tiempo.
La depresión no tratada puede ser difícil de manejar por tu cuenta. Con apoyo profesional, es posible mejorar cómo te sientes y funcionas.
La depresión es más común de lo que mucha gente cree, y no estás solo en esto. El hecho de que a menudo no se hable abiertamente de ella hace que algunas personas piensen que son las únicas que se sienten así, pero es algo que mucha gente experimenta en algún momento de su vida.
De hecho, es una afección que mucha gente ha aprendido a manejar con eficacia. Un profesional de la salud mental, puede ayudarte. No hay que avergonzarse de ir a terapia y compartir tus sentimientos con una persona neutral. Cuando sientas que tu depresión es demasiado para que puedas manejarla sola, busca ayuda profesional.
Un resumen sobre la depresión
Los síntomas de la depresión son tan diversos como las personas que los experimentan. Puede que llores más, que duermas menos horas o que te sientas alejado de lo que antes era importante para ti. Puede que te resulte difícil hacer cosas o que tengas dolores inexplicables en el cuerpo.
Todo esto, y cualquier otra experiencia, es válido.
Hay varias formas de afrontar la depresión y muchas opciones de tratamiento disponibles. También hay estrategias para cuidar de ti mismo cuando vives con depresión. Para empezar el proceso de curación, puede resultar útil acudir a un terapeuta que «entienda» la depresión.
En Mejor sin Ansiedad te ofrecemos ayuda para que no tengas que pasar por esto solo. Hay ayuda disponible y la recuperación es posible.